Continuación natural de Apegos feroces, en La mujer singular y la ciudad Vivian Gornick sigue mostrándose como una mujer lúcida, sensible e insobornable que, siendo la realidad como es, no acepta su lugar en el mundo.
La mujer singular y la ciudad es un mapa fascinante y emotivo de los ritmos, los encuentros fortuitos y las amistades siempre cambiantes que conforman la vida en la ciudad, en este caso Nueva York –una ciudad, nos dice Gornick, que hace soportable su soledad–. Mientras pasea por las calles de Manhattan, de nuevo en compañía de su madre o sola, Gornick observa lo que ocurre a su alrededor, interactúa con extraños, busca su propio reflejo en los ojos de un desconocido. Y se reconoce en su amistad de más de veinte años con Leonard –un hombre que vive su propia infelicidad con sofisticación y que la ha ayudado «a comprender la misteriosa naturaleza de las relaciones humanas más que ninguna otra relación íntima que haya tenido»–, pues ambos comparten la necesidad de encontrar un agravio que combatir.
Vigoroso collage que intercala anécdotas personales, viñetas narrativas y piezas reflexivas sobre la amistad, sobre la a menudo irreprimible atracción por la soledad y sobre qué significa ser una feminista moderna –una «mujer singular»–, estas memorias son el autorretrato de una mujer que defiende con ferocidad su independencia y que ha decidido vivir hasta el final sus conflictos en lugar de sus fantasías.
«Los mejores libros, como los mejores amigos y sus mensajes, como las conversaciones más íntimas y reconfortantes, hacen que nos sintamos comprendidos, que sintamos que el hogar es hogar. La mujer singular y la ciudad puede leerse como una guía sobre cómo existir».
«Gornick sabe dar voz a los dilemas que aguardan a todas las recién llegadas a esa selva que es el “conócete a ti mismo”; no hay feminista que no se haya cuestionado a sí misma».
Vivian Gornick
Vivian Gornick
Vivian Gornick
Vivian Gornick
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